“El amor genuino es una expresión de productividad; implica cuidado, respecto responsabilidad y conocimiento. No es un afecto, en el sentido de ser afectados por alguien, sino un esfuerzo activo por el crecimiento y la felicidad de la persona amada que esta enraizado en nuestra capacidad de amar”.Erich Fromm
"Trauma"
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Roswita Szyszka
En el I Congreso Iberoamericano de Avances en Sexología Clinica, realizado en Buenos Aires en el año 2007, el Dr. Ricardo Cavalcanti, Presidente de la Asociación Internacional de Sexología Médica expuso en su conferencia el tema: “Los médicos no le temen a la sangre. ¿Por qué le temen al sexo?” y la Lic. Josefina Rabinovich, Psicóloga y Sexóloga clinica disertó el tema: “Aspectos vinculares del trastorno del deseo sexual”. Muchas veces me pregunté por qué estas dos exposiciones fueron de alguna u otra manera las que más me impactaron ¿qué tenían en común?
Más tarde reflexionando sobre la frase: “Hacen falta dos para bailar el tango”, frase con que empezó su ponencia la Lic. Josefina Ravinovich, creo que encontré la respuesta, observé que esta no distaba mucho de lo expresado por el Dr. Cavalcanti. Ya que muchas veces observamos que el temor que tienen los médicos de hablar de sexo con sus pacientes imposibilita la sintonía del deseo del paciente con el deseo del médico, y como……..”hacen falta dos para bailar el tango” difícilmente en esa relación pueda darse un baile armónico.
Pero acá no termina esta reflexión sino que recién empieza; hay un punto central que los une a ambos, me refiero al impedimento de bailar armónicamente y este es el “miedo o temor”. ¿Miedo o temor a que? al sexo, dijo Cavalcanti y esto me hizo recordar a cuando yo comencé mi investigación sobre las adicciones sexuales, el primer texto que leí en castellano que hacia referencia a esto era un texto que hablaba de Anorexia sexual o Trastorno por aversión sexual como lo define el DSMIV o como fobias sexuales como comúnmente se las conoce, cuyo rasgo esencial es un temor desmedido e irracional a las experiencias sexuales y un deseo desmedido a evitarlas. Lo paradójico de esto fue ver como vivir el sexo en los extremos mediante manifestaciones o conductas diferentes tienen mucho más en común de lo que se piensa. Ambos extremos –el anoréxico y el adicto sexual- luchan contra un miedo desmedido a su propia sexualidad profundamente arraigado. Y por qué no entonces deducir que el médico también teme no solo a tocar el tema de sexo con su paciente sino también a su propia sexualidad.
Las personas pueden ser sorprendentemente distintas en la forma de manifestar su sexualidad. Existe una tremenda diversidad en las expresiones sexuales. Cuando al sexólogo Alfred Kinsey se le preguntó una vez que él consideraba anormal, el respondió: ¡Cualquier cosa que usted no pueda hacer!
Se sabe que el deseo sexual humano es un continuo que va desde el deseo sexual hiperactivo a los trastornos fóbicos del deseo sexual. Helen Kaplan nos habla de un continuo hipotético de seis categorías, en las cuales el deseo sexual hiperactivo ocupa el punto más alto de la curva, y la aversión sexual, el más bajo. Estas serían las siguientes:
1. Deseo sexual hiperactivo (adicción sexual, ninfomanía, donjuanismo): Deseo sexual y fantasías intensas, espontáneas, conducta sexual compulsiva, alta frecuencia, control inadecuado de los impulsos sexuales.
2. Deseo sexual de alto a normal: Deseo sexual y fantasía espontáneos, conducta sexual preactiva, funcionamiento sexual normal, alta frecuencia.
3. Deseo sexual de bajo a normal: Deseo sexual o fantasía no espontáneos, conducta sexual reactiva, funcionamiento sexual normal, frecuencia averiada o baja.
4. Deseo sexual hipoactivo medio: Deseo sexual o fantasía no espontáneos, evitación sexual, funcionamiento sexual pobre, frecuencia baja, dolor.
5. Severo deseo sexual hipoactivo: Deseo sexual o fantasía no espontáneos, evitación sexual, funcionamiento sexual pobre, frecuencia muy baja o celibato, dolor.
6. Trastornos fóbicos del deseo sexual: Activa aversión y/o evitación fóbica, frecuencia muy baja o celibato, dolor.
Si bien hay una serie de factores físicos y sociales que pueden llevar a una persona a padecer estos trastornos no es intención en este trabajo referirme a ellos. La idea es hacer solo una pequeña correlación entre la anorexia sexual o aversión al sexo, la adicción sexual y de cómo el placer sexual puede convertirse en dolor.
Comúnmente la aversión al sexo se lo conoce como fobia sexual y al severo deseo sexual hipoactivo como Anorexia sexual, particularmente adhiero más al concepto de Anorexia sexual para los tres últimas categorías, tanto al trastorno del deseo sexual hipoactivo como aquel deseo sexual totalmente aversivo. Debido a que diversas corrientes asimilan la privación sexual, a privarse de alimento y verlo más como un estado obsesivo cuya disposición física, mental y emocional para evitar el sexo domina sus vidas. Donde subyace mucho más que miedos.
La palabra anorexia proviene de la palabra griega orexis que significa apetito. An-orexis significa la negación del apetito. Muchos profesionales han observado que la anorexia alimenticia y la anorexia sexual comparten características comunes . En ambos casos el paciente se mata de hambre en medio de la abundancia. Ambos comparten el odio extremo al propio yo y un sentido profundo de alienación. Pero mientras el anoréxico alimenticio está obsesionado por negarse el alimento físico, el anoréxico sexual centra su ansiedad en el sexo.
Lo que experimenta el anoréxico sexual es:
1. miedo al placer sexual
2. miedo al contacto sexual
3. obsesión y extrema vigilancia con respecto a los asuntos sexuales
4. necesidad de evitar cualquier cosa relacionada con el sexo
5. preocupación por la actividad sexual de los demás
6. aborrecimiento de las funciones corporales
7. percepción distorsionada de su imagen corporal
8. actitudes rígidas y enjuiciadoras sobre conductas sexuales
9. temor excesivo por las ITS
10. vergüenza y aborrecimiento por las experiencias sexuales propias
11. depresión y angustia por su propia adecuación y funcionamiento sexual
12. necesidad de evitar la intimidad a causa del miedo sexual
13. conductas autodestructivas para limitar, detener o evitar el sexo
Las causa puede deberse tanto a traumas físicos concretos, como a traumas psíquicos, como incestos, abusos o violación sexual, o bien ser consecuencia de un ambiente familiar muy represivo, potenciado o no por una formación religiosa ordoxa y rígida, o bien haberse iniciado tras unos primeros intentos de coito que produjeron dispareumia. Donde aún desaparecida la dispauremia, permanece el dolor. Puede haber también una aversión sexual situacional o interpersonal. El psicólogo-sexólogo Xud Zubieta dice que lo más común es que responda a pensamientos irracionales, que carecen de lógica científica. Estos pensamientos son los que determinan los síntomas de la aversión y/o deseo sexual hipoactivo grave, que pueden provocar depresión, ansiedad o crisis de angustia en el momento de enfrentarse a una situación relacionada con el sexo.
Como rasgo esencial de la aversión al sexo y/o al deseo sexual hipoactivo grave, podemos destacar que dentro del temor desmedido e irracional a las experiencias sexuales subyace un deseo compulsivo de evitarlas. Este miedo abarca desde el hecho de ser vistos desnudos hasta el rechazo al contacto con el semen, la masturbación, el sexo oral y la penetración. Puede llegar a ser tan extremo que una persona puede permanecer virgen toda la vida, o que una pareja no llegue a consumar su unión coital.
Estas personas actúan como un sistema cerrado, resistiendo y evitando todo lo que tenga conexión con el sexo. El sexo se convierte entonces en su enemigo. Donde el mundo interior del anoréxico sexual se mantiene sobre cinco pilares:
1. Mantenimiento del control: mediante no mezclar nunca intimidad con sexualidad, negarse a tener orgasmos, rechazo de todo recuerdo o sentimiento doloroso, control sobre su pareja y/o familia, resistencia al cambio, autoestima fortalecida solo en el control extremo. Prevalencia de la mente sobre el sentir corporal con impedimento de todo tipo de placer corporal.
2. Creencias esenciales sobre su Yo: considerarse una persona mala o indigna, que nadie podrá amarla si se muestra como es, que sus necesidades nunca podrán ser satisfechas si depende de los demás y que el sexo es su necesidad más aterradora.
3. Rabia por uno mismo y por los demás: Creencia esencial de no ser merecedor y digno de ser amado. La creencia de ser autosuficiente crea resentimiento hacia los demás, rabia, con reacción pasivo-agresiva hacia la pareja.
4. El miedo al sexo y a la intimidad: miedo a ser vulnerable, a la satisfacción sexual, a la inadecuación y al rechazo, miedo a defraudar a los demás y no cubrir las expectativas, miedo a revivir un trauma. Miedo a sus necesidades sexuales.
5. Juicio distorsionado: Negación del problema, minimización, engaño, culpa. Las distorsiones pueden ser: que cualquier cosa erótica sea amenazante, el que vive su sexualidad esta fuera de control por lo tanto es inmoral o ruin, cualquier iniciativa sexual de la pareja es explotadora o solo en provecho propio, cualquier tema sexual es sospechoso.
Se puede observar que tanto los anoréxicos sexuales como los adictos sexuales se sienten impotentes frente a su deseo, en ese sentido los sentimientos de los anoréxicos no son diferentes de los sentimientos de excitación sexual no deseados por el adicto sexual. Ambos se caracterizan por el pensamiento engañoso que los sostiene y los mantiene en repetir siempre lo mismo, ambos mantienen un secreto, ambos están obsesionados con el sexo. Ambos sufren, en ambos el placer sexual se convierte en dolor, uno por no poder parar y otro por no poder acceder, en uno el “acting-out” y en el otro el “acting-in”.
Para que se pueda producir un cambio en este sistema de creencias, debemos comprender como funciona ese sistema y a igual que en un sistema informatizado debemos cambiar la programación. Tanto la anorexia como la adicción sexual son fenómenos predecibles, repetitivos y resistentes al cambio, cuanto más tratan de parar los adictos, tanto más pierden el control. Cuanto más tratan los anoréxicos de hacer que el sexo funcione para ellos, tanto más difícil le resulta.
Pero sabemos que el cambio significativo solo se produce si hay un cambio de paradigma. Este sistema de creencias en que se sostiene deberá entonces ser reconstruido, mediante reestructuraciones cognitivas, trabajos de trauma y desensibilización sistemática, exploración de su sexualidad, a veces acompañados por alguna medicación cuando la situación lo amerite. Pero por sobre todas las cosas la vivencia de una sexualidad sana cuyas dimensiones podrían abarcar las siguientes:
• Alimentar la capacidad para recibir afecto de los demás y cuidarse uno mismo
• Percibir y atender la sensualidad, explorando lo físico, lo emocional, lo intelectual y lo espiritual.
• Autopercepción positiva y no distorsionada de la imagen corporal
• Conocimiento de uno mismo de nuestras fortalezas y debilidades y de la capacidad para establecer fronteras y expresar necesidades
• Capacidad para sentirse cómodo con uno mismo y con los demás, en la intimidad y en toda relación sexual
• Conocimiento sobre el sexo en general y de los propios patrones sexuales
• Capacidad de mantener una relación interdependiente e igualitaria que sea intima y erótica.
• Capacidad para expresar emocional y físicamente el deseo erótico extragenitalmente
• Capacidad para expresar emocional y físicamente el deseo erótico genitalmente.
• Capacidad para conectar el deseo sexual, el significado de nuestras vidas y su valor espiritual
• Capacidad para expresar pasión, sentimientos profundos de deseo
Llegado a este punto y cerrando este pequeño desarrollo, también podemos hacer aquí la nuevamente correlación con la conferencia del Dr. Cavalcanti “Si los médicos no le temen a la sangre, ¿por qué le temen al sexo?” y la respuesta una vez más esta centrada en el miedo, miedo de no poder. No poder ayudar al paciente hacer el cambio de paradigma, porque él mismo se encuentra en un sistema cerrado y como ya sabemos si su propio sistema de creencias se encuentra cerrado difícilmente se podrá ayudar al paciente a transitar el camino hacia una sexualidad sana.
En el texto "Les problèmes de la culture. Un débat" Foucault-Preti34 (1972) se le pregunta a Foucault lo siguiente: ¿Cuál es el interés de usted por un escritor como Sade? ¿Quizás pueda ser a causa de la disolución del yo o por un aspecto particular del erotismo, o esa suerte de combinatoria algebraica que asume en sus obras? Foucault responde: el gran intento de Sade, con todo aquello que puede tener de patético, reside en el hecho de introducir el desorden del deseo en un mundo dominado por el orden y por la clasificación.
Esta respuesta encierra a modo de conclusión lo hasta aquí expuesto ¿Por qué, no es acaso el desorden del deseo sexual la manifestación del temor a ser dominado por una pérdida de control de nuestro orden interno?
Tanto la aversión sexual, como el deseo sexual hipoactivo severo, como el deseo sexual hiperactivo y el temor a hablar de sexo de los médicos, encierran el terror a perder el control. Perder el control en un mundo dominado por el orden impuesto es caótico para cualquier ser humano.
La clasificación sistemática, el orden riguroso, hasta a veces extremo, inunda las obras de algunos médicos (y no médicos) insertos en un pensamiento positivista y reduccionista. Sabemos que el camino que conduce al equilibrio termodinámico o hacia la entropía máxima es un camino hacia la desorganización o el desorden progresivo que nos lleva luego a un nuevo orden, siempre y cuando el sistema permanezca abierto.
Por eso nunca más cierto las palabras de la Lic. Rabinovich: “Los procesos circulares constituyen el interés central de la cibernética, en la cual innumerables elementos de un sistema son recíprocamente contingentes e influyen sus conductas entre sí de una manera compleja. Muchos fenómenos sólo pueden explicarse haciendo referencia a la contingencia recíproca de diferentes variables” .
No dejar ninguna variable afuera es ver al hombre en su integridad plena física, psíquica, social y espiritual y de eso se trata esto, es ver al hombre en su dimensión trascendental y paro esto “hacen faltan dos para bailar el tango” y varias parejas más para que continúe el baile.
BIBLIOGRAFIA
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Páginas de internet
www.sexovida.com/publicaciones/articulos/fobias.htm
www.consumer.es/web/es/salud/psicología
www.abcsexologia.com/article60.html
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