lunes, 28 de enero de 2013

Nota Revista digital El Gran Otro "Por qué las mujeres ganan menos que los hombres" Lic. María Bernarda Romero




Por qué las mujeres ganan menos que los hombres


¿Una lucha «imposible» por la igualdad? 
La tasa de incorporación de mujeres a puestos directivos en el mundo no alcanza el 5%, y en la Argentina la diferencia de salarios con sus pares hombres alcanza el 25%. Qué hay detrás de esta disparidad. 
El 28 de octubre de 1998, por impulso del Ministerio de Trabajo y de la OIT, se puso en marchala Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral. Aquellos fueron años en que la flexibilidad laboral contrariaba los objetivos de generación de trabajo decente. Entonces, hablar de igualdad de oportunidades parecía una utopía. Sin embargo, la realidad indicaba que las mujeres habían salido masivamente al ámbito laboral, es decir al espacio público, para tomar el lugar que la desocupación de sus hijos, maridos y compañeros había originado.
En condiciones totalmente desventajosas, con discriminación salarial que aún perduraba, con trabajo en negro, sin formación profesional acorde, ni sistemas de apoyo como guarderías u otras instancias, el balance fue totalmente negativo. Luego, el cierre compulsivo de las pequeñas y medianas empresas, y la política de total apertura a las importaciones en desmedro de la producción local, dejaron en el camino al empresariado nacional, que luego comenzó lentamente su recuperación.
Sabido es que la mujer en el espacio público es aún hoy sinónimo de trasgresión, porque culturalmente se le ha asignado como propio el espacio doméstico. Por esto no se visibilizan sus aportes, realizados durante décadas en el mundo de la producción, y tampoco se expresan en las relaciones concretas e institucionales del mundo del trabajo. Así, tanto en el sector de los sindicatos como en el sector empresarial, la presencia de la mujer es invisible y no reconocida.
En las últimas décadas, la presencia de las mujeres en el mundo del trabajo y en los índices de escolaridad ha ido en continuo aumento. Sin embargo, siguen concentrándose en un número restringido de áreas y ocupaciones que tienden a conceder menores remuneraciones y menor prestigio.
Incluso se observa que el proceso de reestructuración económica les ha abierto nuevas oportunidades, pero también ha obtenido como resultado una precarización de ciertos empleos y un aumento de ocupaciones de mala calidad, esto es, con características tales como inestabilidad, temporalidad, bajos salarios, falta de seguridad social, baja protección de sus derechos laborales, condiciones peligrosas para la salud y baja o nula capacidad de negociación.
La doctora Martha Alles, especialista en Recursos Humanos y autora de más de 40 libros en este rubro, explica: «El análisis del problema debe realizarse desde dos miradas, macro y micro. Las estadísticas miden el fenómeno a nivel macro, y allí entran en juego las especialidades laborales. Tanto en países desarrollados, como Alemania, o en el contexto latinoamericano, muchas mujeres realizan tareas de baja calificación, por lo cual, en el análisis macroeconómico, el resultado global es que ganan menos. En otros ámbitos, por ejemplo, profesionales, muchas mujeres también optan por empleos de menos horas o part time. Para las estadísticas, estas mujeres tienen empleo, pero sus salarios son menores. En el análisis micro, en el uno a uno, no se da así necesariamente. Una mujer puede ganar más que un varón, igual o menos, depende de cada caso en particular. No existen este tipo de estadísticas». 
Los factores que dificultan la inserción laboral de la mujer
Además de la llegada tardía al mercado laboral, existen múltiples factores que dificultan la igualdad de condiciones para el sexo femenino, en el momento de percibir una remuneración y conservar un buen trabajo.
La psicóloga y sexóloga María Bernarda Romero, especialista en cuestiones de género, explica: «En la mayoría de los países, el sistema patriarcal del poder masculino sigue siendo prevalente, y mientras no logremos la igualdad y la equidad de género, será difícil romper con estas tendencias. Los principales obstáculos para el ascenso profesional de las mujeres son las obligaciones familiares, las barreras culturales y el dominio de los valores masculinos en las empresasPor otro lado, en la institución laboral en sí, puede haber más un factor de discriminación: ser casada o soltera, o tener hijos o no. Esto tiene más que ver con las necesidades de la empresa, que busca optimizar recursos para acceder a mayores ganancias».
Es importante aclarar que uno de los temas que más dificulta el desarrollo profesional de la mujer es la maternidad. En la mayoría de los casos, el hecho de tener hijos genera muchas más responsabilidades para las mujeres y dificultades para trabajar en puestos que requieran una jornada full time.
«El gran dilema de la mujer es qué postergar primero: si la maternidad o la carrera profesional. Si elige lo profesional, en muchas ocasiones, es tanto el tiempo que le dedicó a su carrera que, cuando decide ser madre, se da cuenta de que se le han pasado los años y ya no se siente ni física ni psíquicamente preparada para serlo —explica la licenciada Romero—. Si elige ser madre en primer lugar, se encuentra que le resulta muy difícil insertarse laboralmente después de determinada edad, ya no sólo por la edad sino también porque ahora es madre, y muchas veces no puede dedicar a su trabajo el tiempo completo».
«Lo ideal sería poder hacer las dos cosas en paralelo, pero para eso debería tener una pareja que la acompañara en forma equitativa. Esto seria que el varón también pudiera hacerse cargo de la crianza de los hijos y de las cosas hogareñas», agrega.
Un ejemplo de una mujer que logró compatibilizar el trabajo y la maternidad es Mabel, psiquiatra, de 52 años, y directora de una clínica de psicopatología. «Una mujer necesita tener ayuda para poder desempeñarse tanto en el trabajo como en su casa —cuenta—. En mi caso particular, me ayudó sobre todo mi suegra en el cuidado de mis hijos, y en algunas ocasiones mi mamá. El fin de semana, siempre traté de hacer lo que no lograba hacer en la semana. Fundamentalmente, se necesita tener mucha vocación. Si no, es muy difícil llevarlo adelante».
La doctora Alles afirma que «las mujeres pueden aportar de manera interesante en el ámbito laboral, siempre y cuando no quieran parecer varones en sus comportamientos. Sin embargo, es muy difícil generalizar. En los grandes números, se puede decir que la mujer es más perceptiva, puede manejar varios temas al mismo tiempo sin perder eficacia en ninguno, y que el varón es más concentrado y menos perceptivo frente a los detalles del comportamiento humano». 
La confusión de los roles
Por otro lado, al asumir la mujer una función de proveedora, más independiente, se ha diluido el concepto de familia, y en este punto el hecho de que la mujer gane lo mismo o más que el hombre no resultaría favorable.
La periodista Eva Herman, en El principio de Eva, cuestiona el desarrollo profesional de la mujer y argumenta que a la larga no la conduce ala felicidad. Lo que genera es una mujer talentosa e independiente, pero solitaria, y que no dispone del tiempo ni del interés suficiente como para asumir el rol de madre y educadora de sus hijos.
«La realidad es que, para los hombres, el crecimiento profesional de las mujeres es algo que los desestabiliza, no porque no lo toleren sino porque ellos no saben qué rol cumplir. Durante muchos años han cumplido el rol de proveedor y protector. Si ahora tienen que dejar de cumplirlo, no saben qué hacer con ello —explica la licenciada Romero—. Así como la nueva construcción femenina está en un proceso, también la nueva construcción masculina lo está. Esto requiere mucha educación y la deconstrucción del imaginario colectivo del término género masculino y femenino, y muchas reflexiones sobre sus roles respectivos».
No se trata de limitar la función de la mujer a la maternidad, pero tampoco de abandonarla, porque a la larga (como argumenta Eva Herman en su libro) esto le genera un gran vacío y la represión de un instinto quizás natural: ser madre y dar amor a sus hijos.
Será cuestión de años resignar la lucha entre los sexos y asumirse como un equipo en el que tanto las obligaciones como los derechos sean compartidos. Se trata de conciliar, ceder y priorizar en conjunto. Sólo así podrán las mujeres alcanzar su felicidad, la cual abarca mucho más que tener un salario competitivo a nivel laboral.

Nota Clarín "Los afrodisíacos, un estímulo que funciona en el cerebro" Lic. María Bernarda Romero


Vida Cotidiana- Clarín 22/09/11

Los afrodisíacos, un estímulo que “funciona” en el cerebro

Algunas sustancias tienen un efecto químico, pero el más efectivo
 es la sugestión.

Para subir a la Luna y bajar a la Tierra, nada mejor que romper la rutina en la cama. ¡Llegó el momento de jugar con los afrodisíacos! El término proviene de la diosa del amor, Venus, una divinidad asociada a la fecundidad. Quizás, por eso, parece que afecta a tanto hombres como mujeres. Ahora, ¿funcionan realmente?
“Podríamos llamar afrodisíacos a cualquier sustancia que estimule el placer sexual. Por eso, muchos actúan por la similitud en el aspecto físico que tienen con otro elemento. Es el caso de las ostras”, explica el médico sexólogo Enrique De Rosa. “Una banana con su forma fálica puede excitarme y como la misma es rica en potasio y vitamina B, sustancias necesarias para la producción de hormonas sexuales, esto puede contribuir a incrementar mi performance sexual”, exhibe María Bernarda Romero, psicóloga clínica especializada en sexualidad humana. Por un lado, está el efecto psicológicos y, por otro, el efecto químico real. “El poder sugestivo juega un papel muy importante: cualquier sustancia o actividad que ratonea puede despertar el deseo amoroso. Si pienso que tal o cual alimento me va a da vigor y energía sexual, seguro que lo hará”, continúa.
Es así como muchas sustancias pueden funcionar como afrodisíacos. “El órgano más importante en la sexualidad humana es el cerebro –asegura De Rosa–. Es por eso que, en general, el mayor efecto se produce por la sugestión, aunque también algunas sustancias tengan un efecto químico real”.
Muchas de las sustancias consideradas afrosidisíacas tienen componentes en común, como las vitaminas A, B, C, E y minerales, esenciales para una buena salud y una sexualidad sana. Sin embargo, “no podemos asegurar el grado de eficacia de las plantas y las comidas afrodisíacas porque en la mayoría de los casos se trata de efectos psicológicos”, expone Romero. 
“Hay drogas que pueden actuar por acción directa y química, pero la sugestión juega un papel fundamental. Los afrodisíacos son un estímulo para la sexualidad cotidiana”, agrega De Rosa. “En las investigaciones más recientes se está empezando a investigar la oxitocina (una hormona relacionada a la sexualidad) y su relación con el sentimiento de apego a nivel químico”, detalla.
Hay quienes usan caramelos para excitar al otro o se untan el cuerpo con dulces sabrosos para que el amante puede acariciarlo con la lengua y saborearlo. La idea es llevar la creatividad hasta el techo y vivir la sexualidad sin límites. “El gran poder de los afrodisíacos es que, al creer en ellos, se deshacen los bloqueos. Cuando se abre camino a la autosugestión, se levantan las barreras que impiden el disfrute sexual en su plenitud”, suma De Rosa.
Los afrodisíacos más comunes son los mariscos, las ostras, el jengibre o el chocolate. “El aroma y la textura del chocolate puede provocar que las endorfinas se nos disparen y es beneficioso para todo el sistema cardiovascular. Y si a esto le sumamos que hoy en día se elaboran bombones de chocolates con formas de genitales masculinos y femeninos, el conjunto puede potenciar su efecto aunque por si solo un chocolate no incremente el vigor sexual”, detalla Romero.
Para De Rosa, “la estimulación puede servirle a uno para mejorar física o químicamente y esa mejoría se traslada al deseo sexual. Y si uno se relaja, la situación se disfruta mucho. El afrodisíaco es una invitación a gozar sin culpa”.
Probar hasta dar con el ideal
“Con mis pacientes trato que sean más sensoriales. Hablo con ellos para que encuentren qué modalidad les gusta más y los acompaño en su decisión. A los más racionales, les puede resultar más cómoda una pastilla, pero a otros los puede beneficiar jugar con los aromas, los perfumes y los masajes. En los masajes con aceites se liberan ciertas hormonas, pero si a la pareja no le gusta y prefiere el champagne con ostras, bienvenido sea. Lo importante es que lo que elijan funcione para poder disfrutar de la sexualidad”, explica De Rosa.
Romero recomienda “todas aquellas sustancias nutritivas que hacen bien a la salud: frutas frescas, algunas especias como el jengibre, comidas no muy copiosas, nueces ‘para el amor’, tomar vino en forma moderada, baños y masajes aromatizados con jazmín o rosas y una buena compañía”.
“Se trata de probar, de empezar a investigar en pareja y encontrar qué los estimula y genera expectativas para que los miedos se disuelvan. Con los afrodisíacos empieza el juego erótico, la confianza aumenta y se dan los permisos necesarios para disfrutar. Pero no sirve cualquier cosa”, agrega De Rosa.

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